Waterloo


La guerra entre Francia y la Séptima Coalición (Inglaterra, Austria, Prusia, Rusia, España, Bayern, Baden, Wurttemberg y docenas de principados y ducados menores) comenzó el 15 de junio y concluyó el 4 de julio. Fueron veinte días donde guerra de verdad sólo la hubo los cuatro primeros, disputada en tierras de Valonia y el Brabante meridional (lo que hoy llamaríamos Bélgica, un nombre que por entonces casi nadie usaba), donde se registró un total de seis grandes batallas (Charleroi, Gilly, Ligny y Wavre entre franceses y prusianos, Les Quatre Bras entre franceses e ingleses-holandeses-alemanes, y Mont-Saint-Jean entre franceses, prusianos e ingleses-holandeses-alemanes; a la última los ingleses le dieron el nombre 'Waterloo', los franceses 'Mont Saint Jean' y los prusianos 'Belle Alliance', aunque hoy en día, casi dos siglos después, el nombre que ha prevalecido es 'Waterloo').

Tras los cuatro días de fuerte confrontación militar sobrevino una carrera entre Valonia y París, para ver quien llegaba primero, si los prusianos, los ingleses-holandeses-alemanes o el derrotado ejército francés en retirada (ganaron los prusianos). A lo largo de los 16 días que duró la carrera apenas se registraron unas cuantas escaramuzas de menor importancia entre franceses y prusianos, salvo dos de ellas (Villers-Cottêrets y Roquenquart), que fueron bastante más serias, aunque en ninguna de los dos se registraron más de 500 bajas entre todos los bandos (en Mont-Saint-Jean fueron más de 50.000, en Ligny más de 20.000, en Wavre alrededor de 5.000, en Les Quatre Bras cerca de 9.000, y entre Charleroi y Gilly no menos de 4.000).

El primero de los ejércitos que ocupó posiciones en lo que ya se preveia sería el área de la campaña (un triángulo de 40 km de lado) fue el prusiano, que plantó allí su bandera tan pronto como a mediados de mayo. Lo mandaba oficialmente el Generalfeldmarschall Gebhardt-Leberecht, Fürst Blücher zu Whalstatt (72 años).



Fürst Blücher zu Whalstatt, por Dawe
Blücher (Lawrence); era bueno en
señalar el rumbo y gritar Vorwärts!

En realidad el que de veras mandaba era su jefe de estado mayor, Teniente General von Gneisenau. Ya lo hacía así desde casi dos años antes, a raíz de la gran batalla de Leipzig, aunque se hizo claro para los profesionales con buena información a partir del cruce del rio Rhein por el islote de Kaub (para tres meses después tomar París), el día de año nuevo de 1814.


Cruce del Rhein por Kaub. Blücher en el centro; Gneisenau justo a su derecha.

A Gneisenau la historia siempre le ha tratado mal, a causa del en verdad formidable sentido del marketing militar que siempre poseyó el listísimo Duque de Wellington. Jamás le perdonó que fuera él quien de verdad ganara Waterloo. A diferencia del inglés, que inició su carrera militar a los veintitantos y poco menos que de rebote, la de Gneisenau comenzó exactamente dos días después de haber nacido, cuando se escurrió de los brazos de su madre moribunda, que viajaba en una carreta, para caer de cabeza en un charco. Ahí habría terminado su breve vida, pero entonces se cruzaron en su camino, por primera vez de las muchas que lo harían a lo largo de su existencia, los más temibles jinetes de la caballería prusiana, los húsares totenkopf, que no sólo le pescaron de aquel su primer charco, sino que lo devolvieron a su madre, la cual estaba tan fatal (es lo malo de dar a luz en medio de una batalla) que no se había dado cuenta de nada. 


Húsares Totenkopf, también llamados 'de la calavera' o 'de la muerte'

En la primavera de 1815 Gneisenau tenía 54 años y un historial muy distinguido, por sus méritos en la guerra contra Francia de 1806-1807, por haber sido junto con Scharnhorst el reformador indiscutible de las armas prusianas, y por haber conducido el ejército prusiano que se plantó en París en abril de 1814 tras haber hecho pedazos en Laon a un gran ejército francés conducido por Napoleón en persona. Curiosamente, en Prusia era universalmente detestado; no se le perdonaba el ser un mercenario (era sajón de nacimiento, no prusiano), el no vacilar en llamar idiota a todo el que le parecía idiota (aproximadamente, el 99% del género humano, cuando menos el militar) y, lo peor de todo, el haber pegado 20 años antes el más glorioso braguetazo de la historia prusiana, tanto la civil como la militar.



August-Wilhelm, Graf Neithardt von Gneisenau, a los 54 años.
Generalleutnant Gerhard-Johann von Scharnhorst, por Fritz Bury

Estos son algunos de los jefes principales del Niederrheinarmee (Ejército del Bajo Rhein), en el momento de comenzar la guerra contra Francia:

Coronel Karl-Gottlieb von Clausewitz
Friedrich-Wilhelm, Graf Bülow von Dennewitz
Generalmajor Karl von Grolman
Hermann-Friedrich, Graf Kleist
von Nollendorf
Generalleutnant Hans-Ernst von Zieten
Johann, Freiherr von Thielmann
Prinz August von Preussen (reemplazaría a Kleist);
obsérvese el cuadro del fondo; el Prinz August fue uno de
los dos hombres que más cerca estuvieron de rendir
su inexpugnabilidad

El ejército francés (Armée du Nord) se acabó de concentrar el martes 13 de junio. Estos son algunos de sus jefes principales:

Maréchal Jean-de-Dieu Soult
Este cuadro no es de la campaña de 1815 (creo que es la de 1814), pero viene a cuento
Este apunta al 20.3.1815, cuando Boney se reencuentra con sus grognards
en el quartier de cheval blanc, Fointainebleau; viste de lo que en la
campaña de 1815 se pondría todos los días, salvo el de Ligny:
de coronel de sus chasseurs-a-cheval
General de Bourmont
General Drouet d'Erlon
General Exelmans
Emmanuel, Marqués de Grouchy
Conde Charles de La Bedoyérè, por Jean-Urbain Guerin
General George Mouton
General Honoré-Charles Reille
General Dominique Vandamme
General Étienne Gérard, por David

A muchos kilómetros de allí, felizmente ignorantes de que la guerra comenzaba el día 15 (se esperaba para el 1 de julio), dos grandes ejércitos, uno austriaco y otro ruso, se lo tomaban con calma. Los mandaban estos dos mariscales:

Conde Mikhail Barclay de Tolly
(ascendencia escocesa), por Dawe
Generalfeldmarschall Karl-Philipp, Fürst von Schwarzenberg


Las acciones militares del jueves 15 de junio dejaron muy poco rastro gráfico. Los artistas de la época, como era natural, se reservaban para las del día siguiente, asumiendo que ni el cruce del Chambre por Charleroi ni la toma de Gilly tenían mucho de fotogénicas (o como se dijera entonces). Las acciones no militares sí dejaron un gran rastro gráfico, especialmente la que se celebró en Bruselas entre las seis de la tarde y las dos de la madrugada del día siguiente: el gran baile que la Duquesa de Richmond ofreció a su colega de igual empleo Wellington con motivo del próximo segundo aniversario de la batalla de Vitoria.


Napoleón, sentado frente a la fonda Bellevue, ve pasar una compañía
del II Corps d'Armée. Por entonces ya notaba las molestias previas a
las dos muy malas noches que le esperaban, y que seguramente
le costaron la campaña.

Vitoria: el General Álava y los húsares KGL abandonan la línea de batalla
para ocupar la ciudad antes de que la saqueen los gloriosos hijos de... Albión
(reciente cuadro de Augusto Ferrer Dalmau), lo cual se conmemoraba
(entre otras cosas) en el baile de la duquesa de Richmond.
Precioso pero muy falso cuadro que evoca el baile de la Duquesa.
Es falso porque los techos eran tan bajos que no era posible situar
la orquesta en un nivel más elevado, ni disponer mirador para los
 (y las) que no bailaban. La decoración también es mentira, pues era
un humilde taller recubierto de horrible papel de florecillas.
Igual de falso y por las mismas razones.
Lo perpetró Henry Nelson O'Neil en 1868
Este no es tan falso. Describe un acontecimiento que aquella noche debió ser recurrente: un oficial que ha ligado (o que se lo han).
La mano del heroico bruswicker señala que pretende huir, pero la de la rolliza belleza empujando la puerta significa 'tú no te me escapas'.
Lo perpetró John Everett Millais. Es quizá el mejor de los muchos otros inspirados en lo mismo.
Este también es fantasioso (el baile acabó a las dos, aún noche cerrada),
pero ilustra bien la romántica fascinación por el tal baile que se registró
a lo largo del XIX, y que hoy no se ha desvanecido del todo.

De las dos batallas del día siguiente, Les Quatre Bras y Ligny, hay bastante registro gráfico, aunque un tanto idealizado. La primera, que fue fundamentalmente una lucha de gente agazapada en bosques, al amparo de granjas fortificadas o disputadas entre campos de centeno más altos que los infantes, se suele representar a campo abierto, casi al estilo de una cancha de fútbol, lo que no pudo estar más lejos de la realidad. Estas dos imágenes pueden dar alguna pista de lo que os digo:


Les Quatre Bras: el 28º Foot formando un cuadro contra caballería
(Lady Elizabeth Butler; hay una copia original en el Museo de Waterloo)
Les Quatre Bras: Braunschweiger Totenkopfers
(este se ciñe algo más a lo que fue en realidad, por el centeno)

Si Les Quatre Bras fue una batalla fácil de leer y describir, con un frente de apenas dos kilómetros, Ligny fue un completo lío, pues pese a lo que sugiere su nombre no se celebró en un solo lugar, sino en varios y repartidos en una línea irregular de casi 13 kilómetros. Os incluyo su esquema geográfico, así como el lugar (Château de la Paix, Fleurus) donde Napoleón pasó la primera de sus dos noches catalanas.


Château de la Paix, Fleurus; se conserva tal cual, aunque muy escondido
Dominic Larrey, médico de Napoleón desde cuando sólo era
Bonaparte; le cuidaba personalmente las almorranas y las arenillas,
las dos principales puñeterías que padecía por entonces
(Anne-Louis Girodet-Trioson)
Campo de batalla de Ligny; los 'windmühle' son los
puestos de mando de Blücher y de Napoleón

Faltando hora y media para la puesta del sol Blücher comprendió que, gracias a sus meteduras de pata, la batalla se perdía. Considerando probable la pérdida total del ejército prefirió no verlo; le pareció mejor que, gracias a su sacrificio (le apetecía morir como debe hacerlo un Generalfeldmarschall prusiano), Gneisenau pusiese a salvo lo más que se pudiera. Sereno y tranquilo (a la muerte había ido unas cuantas veces en su ya muy larga vida; lo de aquella tarde no era una gran novedad para él), congregó los 32 escuadrones de caballería que aún sobrevivían, se puso al frente del mandado por el oficial que más le detestaba, y cargó contra el enemigo. No se salió del todo con la suya, porque a pesar de sus esfuerzos vivió para contarlo.


Blücher en lo que mejor hacía:
Vorwärts! Immer fester druff!!!
Ludwig-Adolph von Lützow. Un héroe romántico de su tiempo;
mandaba los 'ulanos negros'; en su opinión, Blücher era un
viejo chocho, lunático, alcoholizado y enloquecido
Los Ulanos y los Jägers del Freiherr von Lützow;
los colores de sus uniformes (negro, amarillo y rojo),
gracias a la gloria que alcanzaron, fueron los elegidos
para la bandera alemana a la creación del II Reich
(por Richard Knötel)
A Blücher le mataron el caballo cuando cargaba, y se le cayó encima. Estuvo cerca
de que le apresaran. La escena se ha retratado en multitud de cuadros y dibujos;
el más real es este de Knötel, donde los ulanos negros le sacan del apuro
Gneisenau asume el mando, al fin. Se impone la sensatez y las cosas
empiezan a ir bien para los prusianos, siendo lo primero retirarse
hacia Wavre. Por Richard Knötel.

El tercer día, sábado 17, fue de mucho andar y poco disparar. El 18 fue el día de todos los cañonazos. De los de Wavre, III y IV Corps d'Armée a las órdenes de Grouchy, contra III Armeekorps a las de Thielmann/Clausewitz, hay muy poco rastro gráfico, pero de los otros existen poco menos que infinitos.  Los que siguen son unos cuantos de los miles que corretean por the internet:


Hougoumont. Para los ingleses, el cénit del heroísmo.
Hougoumont. El punto álgido: unos quieren entrar y los otros prefieren que no.
Momento clave: primera carga de Ney. Si hubiera traído con él una compañía de
zapadores con clavos habría inutilizado los cañones de Wellington, y éste no
habría tenido más opción que levantar el campo, abandonando a los prusianos.
Ney demostró ahí la gran verdad que se encierra en el Principio de Peter.
Sir Henry Shrapnel, inventor de las
granadas de su nombre, antecesoras
de las afamadas minas Claymore
Las bastante desgraciadas cargas de la caballería británica fueron muy
famosas, pese a lo desastrosas. Este es el 3º, Scot Greys, de la Union Brigade
Aquí los mismos Scot Greys cargando en compañía del 92º Foot ('las amazonas')
En la granja Haie Sainte tampoco se pasó frío.
Aquí, el 95º Foot.
Al tiempo de la batalla elegante y distinguida tenía lugar la agropecuaria:
los prusianos, cabreadísimos, entran en Plancenoit
El arma definitiva de Napoleón: la Vieille Garde cargando contra los Foot Guards
Sir Peregrine Maitland. Mandaba los Foot Guards.
'Vinieron cargando al viejo estilo, en columnas,
y los rechazamos al mismo viejo estilo, en filas'.
Wellington frente a los Foot Guards, a punto de ordenar 'ataque general'.
Tras él, si mis datos son buenos, el general Álava.
Hougoumont a las 9 de la noche.
Los defensores comienzan a relajarse.
Wellington y su orden de ataque general
('in for a penny, in for a pound').
por Sir Thomas Lawrence
Wellington y su 'staff' marchan a reunirse con Blücher y el suyo.
El cuadro es de lo más falso, y muy malo, pero es famosísimo.
Blücher y Wellington se juntan en Belle Alliance. En realidad no fue allí
donde lo hicieron, pero esta es la más fidedigna de las imágenes del acto
(hay muchísimas), por la poca gente y porque no descabalgaron.
Esta es la más popular (y disparatada)
Comienza la Reine Klapperjagd.
Los tamborileros suben a la grupa
de los dragones prusianos.


A las nueve de la noche del domingo 18 de junio de 1815, la hora en que Wellington y Blücher se reunieron en algún punto situado entre Rosomme y la Belle Alliance, entre ambos habían conseguido una importante victoria contra Napoleón. Éste había sufrido 15.000 bajas (de 72.000 hombres con que contaba diez horas antes) y había perdido dos tercios de su caballería (unos 10.000 caballos, que no 10.000 jinetes); sin embargo, su artillería (240 cañones) estaba virtualmente intacta, al igual que sus trenes de suministros (unos 400 carros), todo lo cual se retiraba en un orden razonable hacia Genappe, y de allí a Charleroi. Sumándole los 33.000 hombres al mando de Grouchy que luchaban en Wavre, contaba con 90.000 soldados, 350 cañones, unos 14.000 jinetes con montura, la totalidad de su intendencia y una poderosa red de diez fortalezas y polvorines al otro lado de la frontera. Seguía disponiendo, así pues, de una fuerza formidable.

Seis horas después (sobre las tres y media de la madrugada) las bajas francesas eran 40.000 entre muertos, heridos graves, prisioneros y desertores, el 95% de la artillería se había perdido, al igual que los trenes de suministros, y hasta la tesorería del ejército se había evaporado, saqueada por los propios soldados franceses en desbandada. Fue la consecuencia de una persecución implacable, la que en los anales prusianos lleva el nombre de 'Die Reine Klapperjagd'; la llevó a cabo una pequeña fuerza de 4.000 jinetes, conducidos por el Teniente General von Gneisenau. Al anochecer del día 18 Napoleón había perdido una batalla, como unas cuantas más en su carrera (en 1815 estaba lejos de podérsele considerar invencible), pero nada más. Al amanecer, sin embargo, había perdido la guerra.

El campo de batalla de Waterloo se conserva razonablemente bien, considerando los 200 años transcurridos, la explotación industrial del terreno (agricultura intensiva, vías férreas, autopistas y urbanizaciones despiadadas), la construcción de diversos edificios y monumentos alegóricos, las diversas campañas militares que lo han asolado en ese tiempo (1830-1831, 1914-1918 y 1940-1945) y las infinitas hordas de turistas que lo arrasan cada verano. Más o menos en el centro de lo que fue la línea de Wellington hay un edificio en forma de tambor, de unos 25 m de diametro.  En sus paredes se pintaron hace muchos años trece grandes murales que recogen los momentos principales de la gran batalla (la elegante; de la otra, pese a ser la decisiva, nunca se ha querido hablar mucho). Mi consejo es que los veáis con vuestros propios ojos, pero si queréis haceros una idea de si merece o no la pena dedicarles media hora, son estos de aquí:

Uno
Dos
Tres
Cuatro
Cinco
Seis
Siete
Ocho
Nueve
Diez
Once
Doce
Trece

El lunes 19, quinto día de la guerra, comenzó la carrera por París. El gobierno francés, sabiamente manipulado por Fouché, primero se deshizo de Napoleón, que se resignó a abdicar en su hijo de cuatro años, después negoció muy mal en forma oficial con los aliados, y muy bien de forma privada con Wellington, hasta conseguir la segunda restauración de Louis XVIII. El I Armeekorps del ejército prusiano ocupó París. Los demás ejércitos aliados se repartieron por el norte de Francia. Napoléon prefirió entregarse a los ingleses antes que ser capturado por los prusianos, se anunció el nuevo gobierno francés, presidido por el Príncipe de Talleyrand y con Fouché como ministro de la Policía, y casi al momento se sentaron los procedimientos a seguir en la negociación de lo que sería conocido por II Tratado de París. 


Genappe, ocho de la mañana. Primer balance
de situación. Blücher, Nostitz, Zieten, Bülow.
Grolman  y Gneisenau. París les espera.
La Berline de Napoleón. En las entretelas
de un uniforme, varios millones de francos
en diamantes. Todo es de Prusia, ahora
En París, Lucien Bonaparte lucha para conseguir
que las cámaras respalden a su hermano, sin éxito.
El 23 de junio Npoleón abdica en su hijo. Cuadro de Proud'hon (Museo Carnavalet)
Napoleón II. Formalmente lo fue hasta el 5 de julio. Rechazado
por su madre, vivió hasta los 21, cuando se lo llevó una
tuberculosis que quizá padeciese desde Waterloo
Napoleón marchó a la Malmaison al poco de abdicar. Residió allí
hasta pocas horas antes de que llegaran los prusianos, para huir
a Rochefort-sur-Mer. Durante todos esos días la única persona
que le mostró afecto fue su hija adoptiva, Hortense de Beauharnais 
Los prusianos proseguían su avance, sin contemplaciones.
Sentaban las bases de lo que harían siempre que invadieran
Francia. Los prisioneros, hasta 12.000 (desde ahí los liberaban;
ya no podían darles de comer), fueron enviados a Koblenz
y puestos a trabajar a las órdenes del general Leopold-Wilhelm
von Dobschütz, cuyas instrucciones eran tratarles como había
tratado Francia a los prisioneros prusianos de 1806 a 1813.
En el ejército de Wellington, y tras la muerte de Sir William De Lancey,
el nuevo Intendente General Interino fue Sir Charles Broke-Vere,
supervisado en la sombra por el que lo fue desde la muerte de
Sir William, el General Álava
Los prusianos llegaron a París el 3 de julio, los ingleses el 5,
y los bávaros, al mando del Fürst Wrede, el 7. Los
restantes ejércitos aliados prefirieron no entrar en París.


Con París ocupada por el ejército prusiano, y con los ingleses, los bávaros, los austriacos y los rusos a poco más de un día de marcha, la población experimentó un profundo alivio, pues el gobierno bonapartista preveía una defensa numantina, casa por casa y calle por calle, para lo cual había repartido miles de mosquetes y abundante munición. El ver que París se salvaba, y que de paso bajaban los precios y se reanudaba el normal abastecimiento de la ciudad, pesaba más que ver a los sombríos ulanos negros, y a sus poco alegres colegas de azul oscuro, investigar con escaso disimulo cuáles eran los barrios para mejor pecar de la encantada París, la de cuando un ejército extranjero la invadía.

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