Hoy,
en medio de una paella en que hemos participado 12, se ha revisado la vieja
idea de organizar un viaje en la primavera de 2014, cuando celebremos los 50
años de haber dejado el Ramiro. Hasta hoy de lo que más se había hablado era de
repetir el viaje a Roma, pero lo cierto es que no parecía entusiasmar a muchos,
quizá porque el que más y el que menos ha estado allí un montón de veces. Así
salió una idea discutida en unos pocos minutos y que, con el acuerdo general,
planteamos aquí, para que la vayamos pensando.
El Cabo Norte es un lugar que todos sabemos donde está y donde, que sepamos, muy pocos de nosotros, si alguno, ha estado allí. Sus atractivos son el sol de medianoche, las ciudades de Noruega que si se viaja con sentido común se visitan a la ida o a la vuelta, los fiordos y la propia Noruega, la cual, para los que hemos estado allí, es uno de los más cautivadores paraísos sobre la tierra.
Noruega tiene una serie de peculiaridades. Una de ellas es que su costa atlántica no se hiela en invierno, porque la Corriente del Golfo sube hasta el mismo Cabo Norte. Eso da lugar a que ni siquiera en condiciones climatológicas extremas los barcos de un servicio marítimo nacional llamado Hurtigruten dejan de enlazar las ciudades costeras entre sí, todas con todas. Por muy malo que se ponga el mar la mayor parte del trecho marítimo entre el Cabo Norte y Oslo está formado por mares interiores cerrados por cadenas de islas, a lo cual se debe que no sólo se puede navegar, sino que los pasajeros sólo se marean si le dan demasiado al frasco.
El Hurtigruten lo cubren docena y pico de barcos nada pequeños. Son como cruceros un tanto espartanos (nada de piscinas; buenos camarotes, buenos salones, buenas cenas y buenos bares; nada más); su función es transportar carga no desmesuradamente pesada, correo y pasajeros. Tienen capacidad excedente, sobre todo en verano, de modo que de mediados de mayo a primeros de septiembre la ofrecen para llevar o traer turistas, en diferentes configuraciones de servicio (desde mochileros a yayos con pasta). Su forma de operar es simple: el barco zarpa de noche, navega de noche y atraca según amanece en la ciudad que le toque; el pasaje desembarca y hace lo que hacen los turistas; a la noche regresan cenados, se les abre el bar y tras eso a la litera, mientras el barco zarpa de nuevo.
La ventaja fundamental de esta clase de servicio es que sale muy a cuenta (no es barato, pero sí mucho más que ir a tu aire; los hoteles en Noruega van de hipercaros a carísimos, en las carreteras no se puede pasar de 90 y la gasofa está por las nubes). Las secundarias son que se aprovecha el tiempo una barbaridad, de forma que al acabar se puede decir, sin exagerar, que se ha estado en Noruega y se la ha conocido de verdad, y que se ven los fiordos como deben verse, desde un barco y no desde un autobús.
Hay diversas clases de servicios, dependiendo de la calidad de hospedaje que se demande y de la duración que se contrate. La opción mejor para los que tienen más tiempo es dos semanas, saliendo de Bergen, llegando a Kirkenes y volviendo a Trondheim, en camarotes dobles o cuádruples (esta fórmula es la preferida de familias con papá, mamá y dos niños). La de menos tiempo es por una semana. Siempre puede haber emergencias, pero se gestionan bien, porque todos los días se toca cerca de un aeropuerto, de modo que si alguien tiene que regresar apresuradamente no pasan más de 24 horas hasta que se pone a volar a casa.
Los puertos donde se toca son todos los de interés. Que recuerde ahora mismo (escribo de memoria) son Bergen, Alesund, Trondheim, Narvik, Skomvaer, Tromsö, Hammerfest (Cabo Norte) y Kirkenes, de los cuales se visitan la mitad a la ida y la otra mitad a la vuelta. En algunos de ellos conviene pasar dos noches, aunque en ese caso hay que buscarse hotel (la propia Hortigruten te lo consigue), porque los barcos siempre zarpan a medianoche.
En fin, esto es todo. Desde aquí viene que os lo penséis, que hay mucho tiempo aún para saber si nos puede interesar o no. A efectos de comenzar a tantear a quien nos pueda llevar a Oslo (la primera opción es Skandinavian, pero hay varios operadores más) y cuánto nos puede cobrar Hurtigruten por un grupo tan numeroso como el que podríamos llegar a formar, no hay prisa hasta el próximo abril de 2013. Será una negociación de meses, dificultada porque difícilmente vamos a dar con un café con leche que nos guste a todos, aunque ya os indico que la mejor fecha para nosotros, considerando todos los factores, es la segunda quincena de mayo. Aún es temporada baja, por el frío, pero el sol de medianoche ya funciona (desde San Isidro, día más o menos), el clima ya no es disuasorio y, aunque llueve mucho, en julio-agosto llueve exactamente lo mismo.
Si alguno piensa que puede estar interesado (él y su parienta; es la clase de viaje que las mujeres no nos dejarían hacerlo solos) que cuelgue un comentario. De momento, y como me ha tocado escribir esto, yo me apunto.
Este es un barco Hurtigruten atracado en Bergen, hace cinco veranos. |
Si
queréis echar un vistazo por vosotros mismos a lo que ofrece Hurtigruten pinchad
aquí:
Si queréis haceros una idea de lo que ofrece Noruega sin salir de aquí mismo, pinchad aquí:
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